Atlas del Conurbano bonaerense

La Esperanza

Cuadro 12: Viviendas según ubicación de canilla con agua

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011. Base: 459 casos.

La distribución de las viviendas que poseen agua, señala que el 2,3% (18 casas) del total de las viviendas no tiene canilla con agua ni dentro, ni fuera de la vivienda. Mientras que el 65% sí posee canilla al interior de la vivienda, y el 33% posee canilla fuera de la vivienda pero dentro del terreno en el que se localiza la vivienda.

Cuadro 13: Viviendas según uso del baño 


Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011. Base: 459 casos.

Cuadro 14: Viviendas según ubicación del baño

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011. Base: 459 casos.

Cuadro 15: Viviendas según posesión de inodoro o retrete con botón, cadena, mochila para limpieza

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011. Base: 459 casos.

Del parque habitacional existente se desprende que el 94% (705 viviendas) tiene baño de uso exclusivo de la vivienda, mientras que para el 4,5% de las viviendas, el uso del baño es compartido y 11 (1,5%%) no posee baño. Del universo de viviendas que poseen baño, 739 viviendas, el 85% dispone de baño en su interior, mientras que casi el 15% cuenta con baño en el terreno pero fuera de la vivienda. Siguiendo con el mismo universo, la distribución respecto de la posesión de inodoro o retrete con botón, cadena o mochila para su limpieza se modifica significativamente, aproximadamente el 60% posee este equipamiento, mientras que el 40% restante no lo posee.

Cuadro 16: Viviendas según antigüedad 

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

Respecto de la antigüedad de las viviendas, la mayor frecuencia corresponde a viviendas que presentan una antigüedad de entre 11 y 20 años, con el 34% del parque habitacional en este intervalo. El 44% se distribuye con una diferencia de 4 puntos, entre viviendas que tienen hasta 5 años, y viviendas que tienen entre 6 y hasta 10 años de antigüedad. El 13% de las viviendas registran una antigüedad de entre 21 y 30 años, y un porcentaje menor del 6% tiene entre 31 y 49 años. Sólo 15 casos registran una antigüedad de 50 años o más. Y para 9 casos no ha podido identificarse la antigüedad.

Cuadro 17: Viviendas según tipo de usos 

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

Un poco más del 15% del parque habitacional presenta usos diferentes al residencial. De ese universo, 95 viviendas presentan uso comercial, mientras que sólo 7 tienen un uso institucional y 6 un uso productivo. En 7 viviendas se han registrado usos diferentes al residencial pero no se han especificado. Respecto del uso comercial el rubro kiosco y el almacén son los más importantes, seguidos por las verdulerías y en menor medida por la venta de artículos de limpieza. Las viviendas en las que se identificaron usos de tipo institucional se advierten reuniones de manzaneras y actividades vinculadas al apoyo escolar. Se han contabilizado también 4 viviendas en las que se realizan actividades de taller de costura y en 3 elaboraciones de pizzas.

Cuadro 18: Viviendas según tipo 

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

El barrio La Esperanza tiene 750 unidades que han sido contabilizadas como viviendas. Su distribución según los tipos definidos señala la presencia de casas en un 91% (682) de unidades. Se han contabilizado además 62 casillas, que alcanzan el 8,2% del total del parque habitacional del barrio. Finalmente, se identificaron 3 piezas de inquilinato y 3 locales no construidos para vivienda.

Cuadro 19: Viviendas “tipo casa” según cantidad de pisos 

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

De las 682 casas identificadas, la distribución según cantidad de pisos contabilizados muestra que sólo el 4% del total (29 viviendas) tiene planta baja y un piso, y el resto, casi el 95%, sólo presenta Planta Baja. Se registraron 6 viviendas para las que no se ha podido definir la cantidad de pisos.

Cuadro 20: Viviendas según cantidad de cuartos 

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

La cantidad de cuartos por casa, señala que la mayoría cuenta con dos cuartos, además de baño y cocina, esto es así para 357 viviendas que representan el 48% del parque habitacional construido. Luego, en proporciones similares se distribuyen las viviendas que tienen entre 1 y 3 cuartos, además de baño y cocina; esta distribución alcanza al 44% del total de las viviendas. El 5% presenta 4 cuartos además de baño y cocina y un porcentaje similar no presenta otros cuartos además de baño y cocina. El 1,3% (10 viviendas) cuenta con 5 cuartos.

En cuanto a la caracterización del parque construido se realiza siguiendo el indicador CALMAT elaborado por INDEC, que grosso modo facilita la interpretación de la calidad constructiva de la vivienda, distinguiendo principalmente entre la presencia o ausencia de elementos resistentes en todo o alguno de los componentes de la vivienda (piso, paredes [exteriores] y techo); y en la presencia o ausencia de elementos aislantes y terminaciones en alguno o todos sus componentes. De este modo, el CALMAT varía de I a IV según estas dos variables relativas a los componentes mencionados. El CALMAT V agrupa a aquellas viviendas que presentan materiales no resistentes en todos sus componentes.

CALMAT I: La vivienda presenta materiales resistentes en todos los componentes e incorpora todos los elementos de aislación y terminación.
CALMAT II: La vivienda presenta materiales resistentes en todos los componentes pero le faltan elementos de aislación o terminación al menos en uno de sus componentes pero no en todos.
CALMAT III: La vivienda presenta materiales resistentes en todos los componentes pero le faltan elementos de aislación o terminación en todos sus
componentes, o bien presenta techos de chapa de metal o fibrocemento u otros sin cielorraso; o paredes de chapa de metal o fibrocemento.
CALMAT IV: La vivienda presenta materiales no resistentes al menos en uno de los componentes pero no en todos.
CALMAT V: La vivienda presenta materiales no resistentes en todos los componentes.

Cuadro 21: Viviendas según calidad de materiales

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

Sobre un total de 744 viviendas sobre las que pudieron recabarse datos, surge de la observación que el 55,9% (419 viviendas) se ubican en la categoría CLAMAT III, es decir que tiene materiales resistentes en todos sus componentes, pero le falta algún tipo de terminación o aislación en todos sus componentes. Un porcentaje menor, el 37,6% (282 viviendas) se ubica en CALMATII, es decir que, si bien tiene materiales resistentes en todos sus componentes, posee algún componente sin terminación o aislación. En el CALMAT IV se ubican el 5,4%, es decir un total de 40 viviendas, mientras que un 0,4% corresponde a CALMAT V. Por último, no se recabaron viviendas que correspondan a la categoría CALMAT I, que agrupa a aquellas cuyos componentes tienen materiales resistentes, terminaciones y aislaciones correspondientes.

Cuadro 22: Viviendas según tipología

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

Siguiendo la clasificación del INDEC, el 46,6% de las viviendas se ubican en la categoría “tipo B” es decir que de las 750 viviendas contabilizadas, 350 forman parte del stock de vivienda recuperable mediando mejoras: i) incorporación de agua por red, ii) de retrete con descarga y iii) piso con material resistente. El 44,4% se ubica en la categoría “tipo A” , de este modo 333 viviendas presentan condiciones adecuadas de habitabilidad conforme esta categorización. Se contabilizaron también 62 viviendas que corresponden al tipo “casilla” y representan el 8,2%. Asimismo se contabilizaron 4 viviendas que se ubican en la categoría “pieza de inquilinato” y 4 que corresponden a locales no construidos para el uso residencial.

(Casa “tipo B”, cumple por lo menos una de las siguientes condiciones: no tiene provisión de agua por cañería dentro de la vivienda, no dispone de retrete con descarga de agua, tiene piso de tierra u otro material precario. El resto de las casas es considerado “tipo A”. Son consideradas viviendas deficitarias las casas “tipo B”, y las viviendas precarias. Se comprende como vivienda precaria a: ranchos o casillas, hogares en casa de inquilinato, locales no construidos para habitación y viviendas móviles.)

Respecto de la mirada de los vecinos sobre las viviendas, señalan que los primeros lugares que habitaron los vecinos del barrio eran casillas precarias de chapas o prefabricadas, un vecino recuerda haber tenido que usar frazadas a modo de techo para darse sombra. Es destacable que la mayoría de los entrevistados refiere haber ido transformando su vivienda construyendo y reformando con materiales más sólidos y resistentes en la medida de sus posibilidades y procurando ampliarla en la medida de sus necesidades. Son coincidentes en señalar que las obras de mejoramiento realizadas en sus casas, aún no están concluidas. Sin embargo también se han podido relevar testimonios que dan cuenta en la imposibilidad de concretar mejoras estructurales significativas en sus casas.

El objetivo de lograr que sus viviendas progresen no siempre les resultó un camino fácil, uno de los vecinos entrevistados cuenta cómo comenzó a realizar tareas de relleno para instalar allí su casilla y luego comprado cada vez que cobraba y semana tras semana, 100 ladrillos, después las varillas, arena, piedras y cuando había juntado todo lo necesario recién adquirida la cal y el cemento para comenzar a levantar las paredes. Las tareas de relleno del terreno no siempre consiguieron superar el problema que pretendían resolver los vecinos.

  

Para el acceso a las viviendas, la construcción o la refacción de las mismas, uno de los entrevistados manifiesta haber recibido ayuda económica de parte de familiares y de este modo pudo iniciar la obra que desde hace dos años está paralizada, otro en cambio, construyó una primera vivienda con piso de material, paredes de madera y techo de chapa que cedió en uso a su hija casada y en los últimos años pudo agrandarla.

También contando con ayuda familiar, de amigos y de vecinos que realizaron las tareas de la obra, uno de los entrevistados obtuvo el dinero necesario para la compra de los materiales que requería el arreglo del techo de su vivienda, mediante un préstamo de dinero en efectivo que le otorgó el banco en el que cobra su pensión.

  

En contraposición con estos tres casos mencionados varios entrevistados refieren que no recibieron ayuda ni con materiales ni con dinero.

El relato de dos vecinos es elocuente en cuanto a la forma en la que pudieron darle un impulso a la construcción de sus viviendas y las reformas y mejoras que pudieron realizarles. En ambos casos utilizaron las indemnizaciones que cobraron de sus trabajos en relación de dependencia.

Con el dinero cobrado uno de ellos pudo transformar y agrandar una casa prefabricada que le dejaron sus padres al mudarse, realizándole paredes y techo de material, y refiere que luego de esta obra ya no pudo avanzar con las terminaciones. El otro relato da cuenta de las modificaciones que pudo llevar a cabo en su casilla porque invirtió, casi la totalidad de lo cobrado tras un arreglo con la empresa en la que trabajaba, en materiales de construcción, es destacable que una de las primeras obras que efectuó fue el cuarto de baño, debido a que su vivienda original carecía de uno y debía concurrir a casa de su madre o de una vecina para utilizarlo. Asimismo cuenta que ha podido realizar un cuarto, en donde duermen los cuatro miembros del grupo familiar, la cocina y el baño y comenta que “no importa cómo es la casa si no importante lo que es tener algo tuyo, no te molesta nadie…”.

  

Del corpus de entrevistas surge una valoración positiva en cuanto al progreso familiar a partir de la llegada al barrio, varios de los relatos son coincidentes en que han podido superarse y mejorar, tanto material como económicamente, algunos destacan el esfuerzo y sacrificio que realizaron para lograrlo y el tiempo que les llevó conseguirlo.

El principal argumento expuesto por los vecinos que sustenta esta evaluación es la posibilidad que tuvieron de alcanzar la casa propia para ellos y para que les quede a sus hijos en el futuro y ver cumplido de esta forma un deseo personal, como también las posibilidades de realizar mejoras a la casilla que utilizaron como primer morada.

  

Situación de tenencia

Cuadro 23: Hogares según situación de tenencia

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio La Esperanza (La Matanza). Junio de 2011

Se observa que el 70,9% de los hogares manifiesta ser dueño de su vivienda y terreno, mientras que el 16,4% afirma ser dueño solamente de su vivienda. El porcentaje de los hogares que se declaran no propietarios alcanza al 12,7%, distribuyéndose de la siguiente manera: quienes viven en casa prestada (7,4%), quienes alquilan (3%), quienes viven con un familiar (0,8%), quienes se instalaron porque la casa estaba desocupada (0,4%) y otras situaciones (1,1%).

Del corpus de entrevistas se desprende que el acceso a la vivienda que habitan está repartido entre quienes reconocen haber realizado una ocupación directa y aquellos que refieren haber “comprado” ya sea el terreno o la construcción que había en el lote.

Entre los relatos de quienes manifestaron comprar los terrenos se desprende que, intervino una empresa de negocios inmobiliarios que ofreció los lotes a la venta, mediante un plan de financiación que consistía en abonar en efectivo una cuarta parte del valor total, a modo de cuota inicial y derecho de posesión y el saldo restante a pagar, de acuerdo a una libreta que se les entregaba, donde se asentaban las cuotas mensuales que les faltaba pagar y también los pagos realizados.

La documentación que acreditaba la transacción y obligaba a las partes era, el boleto de compra venta y la libreta sellada luego de liquidar el saldo de precio, no se hizo la debida escrituración. El tiempo promedio de cancelación de deuda fue de aproximadamente 2 años, sobre el precio abonado no se pudieron obtener datos relevantes de los relatos de quienes fueron entrevistados. Como ya se mencionó en otro apartado de este informe, el principal motivo de la compra es la necesidad de tener un espacio donde vivir, algunos eligieron el lugar porque les gustó, otros simplemente aprovecharon la oportunidad, aún sin haber conocido el barrio.

  

También se ha podido relevar un caso en donde la compra se realiza sin documentación, papeles ni títulos que acrediten propiedad de los que venden y compran, así un vecino refiere que pudo comprar una casilla porque se la financió la dueña, a $ 150 que abonó en 10 cuotas mensuales con dinero de un plan social que cobraba, el precio incluía una garrafa de gas envasado. Esta operación se realizó en el año 2002.

Un sector del barrio La Esperanza está habitado por familias que reconocen haber realizado una ocupación directa de los terrenos, uno de ellos cuenta que un familiar le recomendó que tomará un lote de 10x30 mts. para no tener problemas en el futuro. Además debieron limpiarlos personalmente, algunos recibieron ayuda de familiares para esta tarea y para comenzar la construcción de sus casas.

Ya sea que cuenten o no con documentos que lo avalen, se consideran propietarios tanto de las viviendas como de los lotes en los que estas se encuentran asentadas.

Pocos entrevistados han referido que en alguna oportunidad se presentaron personas interesadas en adquirir las propiedades. Quienes recibieron ofertas por sus viviendas manifestaron que no accedieron a la venta porque consideran el sacrificio y esfuerzo para progresar y tener una casa, que será para sus hijos en el futuro. El gusto por el barrio y el hecho de haberse acostumbrado a los vecinos son otros motivos que esgrimen quienes han rechazado ofertas por sus casas.

La preocupación por regularizar la situación de tenencia de su vivienda no es un tema que se presente como prioritario entre los entrevistados, algunos manifestaron que sería una buena medida a adoptar siempre que se contemplen las diferentes situaciones. No conocen planes de regularización de tenencia de tierras que provengan del Estado.

Al menos en dos oportunidades, se han visto expuestos a la aparición de oportunistas, se han presentado abogados y personas, en algunos casos haciéndose pasar por funcionarios de tierras, con la promesa de realizarles los trámites necesarios para la entrega de las escrituras, pidiéndoles para ello que abonaran un dinero por adelantado y hasta ofreciéndoles facilidades para el pago pero poniendo como condición que no realizaran averiguaciones por su cuenta, lo que los hizo sospechar y realizando consultas en la municipalidad lograron descubrir el fraude.

  

En cuanto a los reales propietarios de los terrenos que ocupan algunos de ellos, los entrevistados no tienen certezas, sin embargo también en un evidente intento de estafarlos, cuenta un vecino que se presentaron personas haciéndose pasar por los hijos del supuesto dueño de los lotes, queriendo cobrar por la ocupación y los lotes. Señalan que al pedirles que acreditaran la posesión con alguna documentación se retiraron del lugar.